Entrada 5: Mi primo? Merece una mención aparte.
Déjame contarte, aquí hay tela para cortar, no quise, a propósito, mencionarte a mi primo en la entrada anterior. La entrada anterior hablaba de los amigos de entonces, mi primo, siempre conmigo está a otro nivel. Está al nivel del amigo incondicional que está contigo en todas. Cómo diría mi amigo arquitecto mexicano, mi carnal.
Pero eso no lo digo yo, lo dicen los hechos.
Mi primo y yo tenemos una relación muy estrecha desde muy niños, hay una foto por ahí que así lo demuestra. Desde mis más antiguos recuerdos él siempre ha estado ahí. Hemos compartido todo y hoy gozo de su invaluable compañía al igual que de su apoyo incondicional como siempre, en todo.
Te diré algo, para que te hagas una clara idea de quién es este tipo. Cuando a mí me castigaban (que era muy seguido, créeme), a quien primero se me ocurría llamar era a mi primo. Primo, mi familia se fue para Ecuador de paseo y a mí me mandaron de castigo para donde mi tía a Santa Fe de Antioquia una semana, quieres venir? Adivina quién estaba como buen scout, siempre listo.
Realmente fue un castigo, uno entre muchísimos, dolió, pero compartido fue más dulce.
En otra ocasión, éste fue más cruel, me pusieron a pelar un chasis de un camión en la empresa de mi papá (tenía camiones, una distribuidora). Yo, al ver la dimensión de aquello no dudé en llamar a mi primo y, adivina una vez más quién se apuntó a ayudarme sin titubear un segundo. Aquello era horrible, porque lijábamos una parte y al otro día estaba nuevamente roja del óxido. Era interminable.
Mi primo y yo hemos ido con los años estrechando nuestros lazos, de familia, de amistad y, a través de un grupo en el que participo y que de pronto algún día te invite, si quieres, de tertulia espiritual ahora nuestros lazos, eso, espirituales.
Mi primo es un apoyo muy importante para mí y es mi gran confidente, siempre lo ha sido. Pero, he de contarte también que ni él, sabiendo todo de mí nunca supo lo que me había sucedido hasta ahora, hace poco.
Mi gran secreto, se mantuvo a salvo en mi corazón por cerca de cincuenta años, fue difícil, hablar de él no fue fácil y mi primo siempre me apoyó desde entonces.
Para mi primo mi mayor agradecimiento, te llevo en mi corazón y te invito a que continuemos viviendo aventuras, ahora, de la mano de Dios.