Entrada 2: De dónde vengo
Como te contaba mi nombre es Ramiro Luján, sólo quiero darte mi nombre con el único propósito de mostrarte que las cosas extraordinarias nos ocurren a todos, a personas ordinarias como tú y yo. Que soy de carne y hueso como tú y que a pesar de haber ofrecido resistencia toda mi vida, Dios me sacó de lo más profundo del barro y me dió su amor, amor que hoy necesito compartir contigo porque me desborda.
Soy el menor de siete hermanos hijos de dos personas maravillosas que sólo nos dieron lo mejor. Mi madre aún vive, maravillosamente bien (yo digo que si quieres un recuerdo en alta resolución acude a mi mamá) y mi padre, un hombre maravilloso que a pesar de tener (al menos para mí, ojo) algunas dificultades para expresar afecto, estaba lleno de amor, generosidad, entrega y muchas virtudes que hicieron de él un gran hombre, el viejo se nos fue en el año 2004 pero lo llevamos en el corazón más vivo que nunca.
Quiero contarte que mi infancia fue preciosa, mis padres, pero sobre todo mi padre, muy antojado y desbordante de generosidad, compraron una finca hermosa, muy grande, en el norte de Medellín, por ese entonces un barrio muy exclusivo.
Allí fui por primera vez con algo así como un año o año y medio de edad y viví las más hermosas experiencias de mi vida hasta mis dieciséis años largos. No todo fue color de rosa, te contaré, hubo momentos muy tristes pero hoy veo que fueron necesarios para llegar a donde he llegado.
Todo en su momento, calma.
Esta casa, la propiedad, marcó un antes y un después en mi vida por muchos eventos pero te voy a intentar mostrar con palabras ese paraíso terrenal. Era un lugar maravilloso, con un lote grande donde podíamos desarrollar toda nuestra imaginación, sin límites, había muchos árboles, muchos animales, perros sobre todo, una piscina..... Y casi semanalmente nos reuníamos con las familias de mi padre sobre todo a disfrutar de todo aquello. Mi padre nunca quiso nada para él, necesitaba compartirlo.
Con mis hermanos hacíamos cosas increíbles y dejamos en nuestras memorias recuerdos imborrables.
Te decía que no todo es color de rosa, bien, déjame contarte lo que para mí fue uno de los eventos más fuertes en mi vida, que me marcó por años y que sólo encontré sentido en Dios.
Voy a tomar aire y vuelvo, yo voy escribiendo, tú siéntete libre de leer cuando quieras.